¿CUANDO SURGE?
De modo que
la postmodernidad surge a partir del momento en que la humanidad empezó a
tener conciencia de que ya no era válido el proyecto moderno; está basada en el desencanto. El término
postmodernismo admite una era a la que precedió el modernismo. Las distintas
corrientes del movimiento postmoderno aparecieron a lo largo del
tercio central del siglo XX.
CARACTERÍSTICAS
• Diferencia: Quizás uno de
los conceptos que más resaltan en este tema es el de la diferencia, entendida
como una multiplicidad de identidades culturales o realidades que existen en
nuestro planeta y que cobran voz a través de las comunicaciones haciéndonos
partícipes de su existencia. Este reconocimiento de las diferencias genera una
conciencia en nosotros mismos de que somos una entre muchas culturas. A esto
podemos llamarlo pluralidad.
•
Pluralidad: aunque es una idea muy similar a la idea de la diferencia,
se distingue de ésta en que aquélla denota una cierta actitud ante la vida, una
voluntad política que no se queda en la aceptación o reconocimiento de lo otro
como diferente, sino que pretende una comunicación con esta alteridad, una
coexistencia y voluntad para compartir un mundo en común. La pluralidad denota
una multiplicidad de racionalidades: ya no se va a pensar en una razón
universal unificadora sino en muchas racionalidades, y en muchas maneras de ver
y vivir el mundo.
• Relativismo: Al aceptar
las diferencias y vivir en un mundo plural es inevitable caer en un
relativismo; si no hay una razón unificadora de valores y conocimientos, lo que
cada quien crea será válido según la cultura o la realidad en que se viva. Esto
de alguna manera genera un vacío de ideales en el que no existe un modelo de
perfección humana, un tipo ideal. El relativismo se opone así al universalismo,
que plantea como tal una escala de valores universales que no tienen lugar en
la sociedad plural.
• Comunicación en masa: En palabras del
filósofo Gianni Vattimo (uno de los pensadores más importantes de la
posmodernidad), los medios de comunicación masiva son el principal factor de la
sociedad posmoderna. Éstos han convertido al mundo en un lugar más complejo; se
encargan de mostrar las diferentes realidades, las múltiples identidades en
toda su individualidad y peculiaridad; pero también nos muestran irrealidades
o, en otras palabras, realidades artificiales, a veces producto de la
imaginación de todos aquellos que participan en y de estos medios.
En un mundo donde la
comunicación rompe todas las fronteras, en donde podemos conocer a través del
internet, el cine y la televisión, culturas y diferencias que en otros tiempos
habrían sido impensables y ajenas a nuestra realidad, el sentido de la historia
y de la razón se ve alterado de manera definitiva.
El reconocer la diferencia,
en otras palabras, el hecho de reconocer en los otros lo que nos es ajeno, lo
que no compartimos con una determinada cultura y manera de ver el mundo, nos
afirma por un lado en nuestra identidad; es decir, en lo que sí somos (nuestro
lenguaje, religión, costumbres, ideología, etcétera). Pero también nos pone a
pensar acerca de todo lo que podríamos ser.
Las guerras de la era
posmoderna se han caracterizado por ser guerras de civilizaciones, cuyo argumento
es religioso, nacionalista, racista. Esto nos lleva a la última y, quizá, más
importante de las características de la posmodernidad que es el vacío de
ideologías.
• Vacío de ideologías
Tal vez lo que más destaca
de este fin de la modernidad o de la historia es que no hay ideologías. Como
consecuencia del relativismo, de la pluralidad, del reconocimiento de la
diferencia y de la comunicación en masa y del mundo en el que “todo se vale”,
se acaban las ideologías (por lo menos en el sentido en el que estábamos
acostumbrados en la modernidad): como un sistema ordenado de ideas. Donde
surgen y tienen cabida muchas maneras de pensar se acaba lo que conocemos como
mentalidad, es decir un conjunto de valores e ideas compartidas con un grupo de
personas dentro de una sociedad.
¿CUÁLES HAN SIDO LOS APORTES REALIZADOS A
LA COMUNICACIÓN?
Al
entender a la posmodernidad como un cambio de época, se hace necesario
reflexionar sobre la contribución que potencialmente pueden realizar los medios
de comunicación, para la humanización de las relaciones humanas. Se parte de
que la posmodernidad es una continuidad de algunos aspectos del pensamiento
moderno e ilustrado, pero esencialmente rompe con muchos de sus planteamientos,
al no haber sido capaz la modernidad de alcanzar los anhelados ideales de orden
y progreso. Se sostiene que los medios de comunicación son capaces, y deben ser
responsables, de promover un pensamiento ético comunitario y planetario, dadas
las diferentes problemáticas que enfrenta el mundo en diversos ámbitos:
económicos, ecológicos, raciales, políticos, educativos, religiosos, de salud y
familiares, ente otros. Los propios medios responden a las lógicas contextuales
que les permiten operar, sobre todo en los ámbitos políticos y económicos, pero
es a través de la conciencia, de la reflexividad y de la acción como será
posible humanizar a los medios. Se recurre para ello a autores que abordan
asuntos referentes a la posmodernidad, a la teoría de la comunicación y a la
ética en educación principalmente, con el fin de fundamentar los planteamientos
desarrollados. Este documento es una reflexión que pretende abonar información
al campo de la comunicación y la ética.
Algunas
convergencias entre posmodernidad y medios de comunicación
De manera tácita o expresa, intencional
o no, en toda definición sobre lo que se entiende por ‘comunicación’ hay una
adscripción teórica, lo cual provoca que no haya (ni deba haber necesariamente)
una aceptación unánime. Se trata de un campo académico, cuyo desarrollo ha
dependido históricamente de la movilidad paradigmática
social/filosófica/política/económica/geográfica, desde la cual se le observa y
se actúa en él.
Considerando lo anterior, asumiendo los
riesgos y omisiones inherentes, y para efectos de este tema, defino a los
medios de comunicación como aquellas tecnologías que, bajo diversos y complejos
contextos, son empleadas y manejadas por sujetos, grupos y organizaciones,
quienes seleccionan, construyen y difunden información dirigida,
intencionalmente o no, a ciertos sujetos, grupos y colectividades, quienes a su
vez interpretan y emplean tal información de acuerdo con sus propias
posibilidades, necesidades e intenciones, generándose relaciones humanas que
trascienden los límites espacio-temporales.
Para David Harvey (2004), la
posmodernidad responde a algunas continuidades con la modernidad, pero
recrudece en esencia la compresión espacio-tiempo. Los medios de comunicación
como tecnologías, contribuyen directamente en este proceso de compresión
espacio-temporal: nos acercan a gran velocidad con gente en lugares remotos,
posibilitando la comunicación instantánea. Los medios son entidades vividas en
nuestros mundos cotidianos, que aceleran nuestros procesos de acercamiento
humano.
La frase de Marx “Todo lo sólido se
desvanece en el aire” (Berman. 1989) bien puede expresar el sentir de la
posmodernidad. Escepticismo ante las meta-teorías y meta-discursos, simulacros,
identidad otorgada por la imagen superflua, lo efímero, lo desechable, la
diversidad, mayor incertidumbre, esquizofrenia, prevalencia de la estética
fugaz sobre la ética, aprovechamiento de la acumulación flexible para
suministrar servicios de consumo efímeros, contratos temporarios, aceleración y
superficialidad, son algunas de sus principales características enunciadas por Harvey (2004), aunque no hay
un acuerdo unánime para conceptualizar este cambio de época.
Bajo dichas características, observamos
cómo los medios pueden entenderse bajo la óptica de la posmodernidad. Los
medios aceptan y difunden (muchas veces acríticamente) multiplicidad de discursos
y relatos; representan ‘simulacros’ de la realidad, dado que todo mensaje es
seleccionado, construido y transmitido como ‘verdadero’ y ‘real’ (incluyendo a
los noticiarios); los esfuerzos publicitarios de los anunciantes refuerzan la
conformación de identidades basadas en lo superficial (estereotipos de belleza
femenina, por ejemplo); cada vez más los medios pugnan por representar de mejor
manera la diversidad cultural (aunque sea en forma estereotipada: un ejemplo es
la homosexualidad); personajes, hechos y programas son efímeros, posibilitando
la rápida muerte de los productos mediáticos para propiciar el consumo
característico del capitalismo flexible de hiperacumulación; hay una tendencia
de los noticiarios en revelar y generar incertidumbre y miedo social ante
diversos ámbitos humanos; existen áreas profesionales de imagen y diseño
orientadas a dotar de una estética especial y atractiva a los medios ante las
audiencias, aunque se pueda tratar de contenidos cuestionables en sentido
ético.
Dado que la modernización implicó un
proceso de diferenciación (en las sociedades primitivas lo sagrado-profano,
natural-espiritual permanecen indiferenciados), para Lash el rasgo estructurante
de la posmodernidad es la des-diferenciación (Lash. 1997). Así, las
imágenes conforman una
des-diferenciación de la representación y la realidad, las cuales son
analógicas, confundiéndose representación con realidad: “lo que el
posmodernismo considera problemático no es el proceso de significación, no es
la superficie del cuadro, o sea: no es la representación, sino la realidad
misma” (Lash. 1997).
Las nuevas generaciones han establecido
sorprendentes modos de relación con las tecnologías mediáticas, dignos de
explorarse en la condición posmoderna. A decir de Jesús Martín-Barbero, en “la
empatía de los jóvenes con la cultura tecnológica… lo que está en juego es una
nueva sensibilidad hecha de una doble complicidad cognitiva y expresiva: es en
sus relatos e imágenes, en sus sonoridades, fragmentaciones y velocidades que
ellos encuentran su idioma y su ritmo.
Estamos ante la formación de
comunidades hermenéuticas que responden a nuevos modos de percibir y narrar la
identidad, y de la conformación de identidades capaces de amalgamar…
ingredientes de universos culturales muy diversos” (Martín-Barbero. 2002).
En ese sentido, cabe recuperar la
propuesta teórica transdisciplinar de Néstor García Canclini referente a los
modelos del consumo cultural (García Canclini. 1993). Para él, los procesos de
apropiación y usos de los productos simbólico-culturales están mediados más por
el valor simbólico que por los valores de uso y de cambio. Este modelo permite
ver la complejidad y las paradojas insertas en los medios de comunicación en la
posmodernidad: las identidades contemporáneas son flexibles y diversas ante los
productos mediáticos, que manifiestan esta diversidad, fragmentación,
simulacros, la estética y lo efímero.
Ética,
pensamiento comunitario-planetario y medios de comunicación
El
eje central de esta reflexión versa sobre la urgencia y las posibilidades de
que los medios de comunicación asuman una postura más ética, contemplando la
necesidad de configurar un pensamiento más comunitario, más planetario (Morin.
2001). Para tal efecto, se recurre a algunos filósofos de la educación, cuyos
aportes bien pueden ser empleados para interpretar el fenómeno de la
comunicación en la posmodernidad: como lo ha mostrado extensamente Guillermo
Orozco, aunque los medios no pretenden necesariamente educar, la gente aprende
de ellos. Por eso es tan importante referirnos a su responsabilidad social, a
la necesidad de que sean conscientes de la imagen humana que es proyectada en
sus mensajes, a la contribución de mejores ciudadanos y a la construcción de
democracias reales.
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