domingo, 3 de julio de 2016

LA POSMODERNIDAD Y EL MITO DE LA CIENCIA





¿CUANDO SURGE?

De modo que la postmodernidad surge a partir del momento en que la humanidad empezó a tener conciencia de que ya no era válido el proyecto moderno; está basada en el desencanto. El término postmodernismo admite una era a la que precedió el modernismo. Las distintas corrientes del movimiento postmoderno aparecieron a lo largo del tercio central del siglo XX.

CARACTERÍSTICAS

• Diferencia: Quizás uno de los conceptos que más resaltan en este tema es el de la diferencia, entendida como una multiplicidad de identidades culturales o realidades que existen en nuestro planeta y que cobran voz a través de las comunicaciones haciéndonos partícipes de su existencia. Este reconocimiento de las diferencias genera una conciencia en nosotros mismos de que somos una entre muchas culturas. A esto podemos llamarlo pluralidad.

 •  Pluralidad: aunque es una idea muy similar a la idea de la diferencia, se distingue de ésta en que aquélla denota una cierta actitud ante la vida, una voluntad política que no se queda en la aceptación o reconocimiento de lo otro como diferente, sino que pretende una comunicación con esta alteridad, una coexistencia y voluntad para compartir un mundo en común. La pluralidad denota una multiplicidad de racionalidades: ya no se va a pensar en una razón universal unificadora sino en muchas racionalidades, y en muchas maneras de ver y vivir el mundo.

• Relativismo: Al aceptar las diferencias y vivir en un mundo plural es inevitable caer en un relativismo; si no hay una razón unificadora de valores y conocimientos, lo que cada quien crea será válido según la cultura o la realidad en que se viva. Esto de alguna manera genera un vacío de ideales en el que no existe un modelo de perfección humana, un tipo ideal. El relativismo se opone así al universalismo, que plantea como tal una escala de valores universales que no tienen lugar en la sociedad plural.

•  Comunicación en masa: En palabras del filósofo Gianni Vattimo (uno de los pensadores más importantes de la posmodernidad), los medios de comunicación masiva son el principal factor de la sociedad posmoderna. Éstos han convertido al mundo en un lugar más complejo; se encargan de mostrar las diferentes realidades, las múltiples identidades en toda su individualidad y peculiaridad; pero también nos muestran irrealidades o, en otras palabras, realidades artificiales, a veces producto de la imaginación de todos aquellos que participan en y de estos medios.

En un mundo donde la comunicación rompe todas las fronteras, en donde podemos conocer a través del internet, el cine y la televisión, culturas y diferencias que en otros tiempos habrían sido impensables y ajenas a nuestra realidad, el sentido de la historia y de la razón se ve alterado de manera definitiva.

El reconocer la diferencia, en otras palabras, el hecho de reconocer en los otros lo que nos es ajeno, lo que no compartimos con una determinada cultura y manera de ver el mundo, nos afirma por un lado en nuestra identidad; es decir, en lo que sí somos (nuestro lenguaje, religión, costumbres, ideología, etcétera). Pero también nos pone a pensar acerca de todo lo que podríamos ser.

Las guerras de la era posmoderna se han caracterizado por ser guerras de civilizaciones, cuyo argumento es religioso, nacionalista, racista. Esto nos lleva a la última y, quizá, más importante de las características de la posmodernidad que es el vacío de ideologías.

•  Vacío de ideologías
Tal vez lo que más destaca de este fin de la modernidad o de la historia es que no hay ideologías. Como consecuencia del relativismo, de la pluralidad, del reconocimiento de la diferencia y de la comunicación en masa y del mundo en el que “todo se vale”, se acaban las ideologías (por lo menos en el sentido en el que estábamos acostumbrados en la modernidad): como un sistema ordenado de ideas. Donde surgen y tienen cabida muchas maneras de pensar se acaba lo que conocemos como mentalidad, es decir un conjunto de valores e ideas compartidas con un grupo de personas dentro de una sociedad.




¿CUÁLES HAN SIDO LOS APORTES REALIZADOS A LA COMUNICACIÓN?

Al entender a la posmodernidad como un cambio de época, se hace necesario reflexionar sobre la contribución que potencialmente pueden realizar los medios de comunicación, para la humanización de las relaciones humanas. Se parte de que la posmodernidad es una continuidad de algunos aspectos del pensamiento moderno e ilustrado, pero esencialmente rompe con muchos de sus planteamientos, al no haber sido capaz la modernidad de alcanzar los anhelados ideales de orden y progreso. Se sostiene que los medios de comunicación son capaces, y deben ser responsables, de promover un pensamiento ético comunitario y planetario, dadas las diferentes problemáticas que enfrenta el mundo en diversos ámbitos: económicos, ecológicos, raciales, políticos, educativos, religiosos, de salud y familiares, ente otros. Los propios medios responden a las lógicas contextuales que les permiten operar, sobre todo en los ámbitos políticos y económicos, pero es a través de la conciencia, de la reflexividad y de la acción como será posible humanizar a los medios. Se recurre para ello a autores que abordan asuntos referentes a la posmodernidad, a la teoría de la comunicación y a la ética en educación principalmente, con el fin de fundamentar los planteamientos desarrollados. Este documento es una reflexión que pretende abonar información al campo de la comunicación y la ética.

Algunas convergencias entre posmodernidad y medios de comunicación

De manera tácita o expresa, intencional o no, en toda definición sobre lo que se entiende por ‘comunicación’ hay una adscripción teórica, lo cual provoca que no haya (ni deba haber necesariamente) una aceptación unánime. Se trata de un campo académico, cuyo desarrollo ha dependido históricamente de la movilidad paradigmática social/filosófica/política/económica/geográfica, desde la cual se le observa y se actúa en él.

Considerando lo anterior, asumiendo los riesgos y omisiones inherentes, y para efectos de este tema, defino a los medios de comunicación como aquellas tecnologías que, bajo diversos y complejos contextos, son empleadas y manejadas por sujetos, grupos y organizaciones, quienes seleccionan, construyen y difunden información dirigida, intencionalmente o no, a ciertos sujetos, grupos y colectividades, quienes a su vez interpretan y emplean tal información de acuerdo con sus propias posibilidades, necesidades e intenciones, generándose relaciones humanas que trascienden los límites espacio-temporales.

Para David Harvey (2004), la posmodernidad responde a algunas continuidades con la modernidad, pero recrudece en esencia la compresión espacio-tiempo. Los medios de comunicación como tecnologías, contribuyen directamente en este proceso de compresión espacio-temporal: nos acercan a gran velocidad con gente en lugares remotos, posibilitando la comunicación instantánea. Los medios son entidades vividas en nuestros mundos cotidianos, que aceleran nuestros procesos de acercamiento humano.

La frase de Marx “Todo lo sólido se desvanece en el aire” (Berman. 1989) bien puede expresar el sentir de la posmodernidad. Escepticismo ante las meta-teorías y meta-discursos, simulacros, identidad otorgada por la imagen superflua, lo efímero, lo desechable, la diversidad, mayor incertidumbre, esquizofrenia, prevalencia de la estética fugaz sobre la ética, aprovechamiento de la acumulación flexible para suministrar servicios de consumo efímeros, contratos temporarios, aceleración y superficialidad, son algunas de sus principales características  enunciadas por Harvey (2004), aunque no hay un acuerdo unánime para conceptualizar este cambio de época.

Bajo dichas características, observamos cómo los medios pueden entenderse bajo la óptica de la posmodernidad. Los medios aceptan y difunden (muchas veces acríticamente) multiplicidad de discursos y relatos; representan ‘simulacros’ de la realidad, dado que todo mensaje es seleccionado, construido y transmitido como ‘verdadero’ y ‘real’ (incluyendo a los noticiarios); los esfuerzos publicitarios de los anunciantes refuerzan la conformación de identidades basadas en lo superficial (estereotipos de belleza femenina, por ejemplo); cada vez más los medios pugnan por representar de mejor manera la diversidad cultural (aunque sea en forma estereotipada: un ejemplo es la homosexualidad); personajes, hechos y programas son efímeros, posibilitando la rápida muerte de los productos mediáticos para propiciar el consumo característico del capitalismo flexible de hiperacumulación; hay una tendencia de los noticiarios en revelar y generar incertidumbre y miedo social ante diversos ámbitos humanos; existen áreas profesionales de imagen y diseño orientadas a dotar de una estética especial y atractiva a los medios ante las audiencias, aunque se pueda tratar de contenidos cuestionables en sentido ético.

Dado que la modernización implicó un proceso de diferenciación (en las sociedades primitivas lo sagrado-profano, natural-espiritual permanecen indiferenciados), para Lash el rasgo estructurante de la posmodernidad es la des-diferenciación (Lash. 1997). Así, las imágenes   conforman una des-diferenciación de la representación y la realidad, las cuales son analógicas, confundiéndose representación con realidad: “lo que el posmodernismo considera problemático no es el proceso de significación, no es la superficie del cuadro, o sea: no es la representación, sino la realidad misma” (Lash. 1997).

Las nuevas generaciones han establecido sorprendentes modos de relación con las tecnologías mediáticas, dignos de explorarse en la condición posmoderna. A decir de Jesús Martín-Barbero, en “la empatía de los jóvenes con la cultura tecnológica… lo que está en juego es una nueva sensibilidad hecha de una doble complicidad cognitiva y expresiva: es en sus relatos e imágenes, en sus sonoridades, fragmentaciones y velocidades que ellos encuentran su idioma y su ritmo.
Estamos ante la formación de comunidades hermenéuticas que responden a nuevos modos de percibir y narrar la identidad, y de la conformación de identidades capaces de amalgamar… ingredientes de universos culturales muy diversos” (Martín-Barbero. 2002).

En ese sentido, cabe recuperar la propuesta teórica transdisciplinar de Néstor García Canclini referente a los modelos del consumo cultural (García Canclini. 1993). Para él, los procesos de apropiación y usos de los productos simbólico-culturales están mediados más por el valor simbólico que por los valores de uso y de cambio. Este modelo permite ver la complejidad y las paradojas insertas en los medios de comunicación en la posmodernidad: las identidades contemporáneas son flexibles y diversas ante los productos mediáticos, que manifiestan esta diversidad, fragmentación, simulacros, la estética y lo efímero.

Ética, pensamiento comunitario-planetario y medios de comunicación


El eje central de esta reflexión versa sobre la urgencia y las posibilidades de que los medios de comunicación asuman una postura más ética, contemplando la necesidad de configurar un pensamiento más comunitario, más planetario (Morin. 2001). Para tal efecto, se recurre a algunos filósofos de la educación, cuyos aportes bien pueden ser empleados para interpretar el fenómeno de la comunicación en la posmodernidad: como lo ha mostrado extensamente Guillermo Orozco, aunque los medios no pretenden necesariamente educar, la gente aprende de ellos. Por eso es tan importante referirnos a su responsabilidad social, a la necesidad de que sean conscientes de la imagen humana que es proyectada en sus mensajes, a la contribución de mejores ciudadanos y a la construcción de democracias reales. 

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