¿QUE ESTUDIA?
Aunque difícil de determinar con exactitud, a grandes rasgos el
término apunta a una forma de aproximarse a los problemas filosóficos,
caracterizada principalmente por:
1. Un especial interés en el
estudio del lenguaje y el análisis lógico de los conceptos, considerando tanto la lógica formal, como
el lenguaje ordinario. Este rasgo se encuentra prácticamente en todas las
obras más representativas de la Filosofía Analítica desde sus orígenes, como
en Principia Mathematica (1910-1913) de Russell y Whitehead, o
como en el Tractatus Lógico-Philosophicus (1921) de
Wittgenstein.
2. Una posición más bien escéptica respecto de la tradición metafísica. Esta
característica encontró su punto más álgido en el neopositivismo del Círculo de Viena de Otto Neurath y Rudolf Carnap, quienes
llegaron a adoptar la posición fuerte de que los enunciados metafísicos carecen
de sentido, una vez sometidos al análisis lógico.
4. Una autoproclamada afinidad
con la investigación
científica. En particular, con los conceptos
de la física como
paradigma de comprensión de lo real. Esta cualidad encuentra su lugar más
evidente en el Fisicalismo, pero es un
rasgo muy difundido dentro de la tradición analítica.
5. Una contraposición respecto
a otras tradiciones filosóficas. Principalmente
en relación a la llamada Filosofía Continental, aunque también a las diferentes formas de Filosofía Oriental, de Tomismo y
de Marxismo, entre
otras.
En la actualidad, junto con la Filosofía del lenguaje de los inicios, se han añadido nuevos temas
dentro de la Filosofía Analítica, como la Filosofía de la Mente, la Filosofía de las ciencias, la Filosofía de las Matemáticas, la Epistemología e
incluso la Metafísica. Esto ha
enriquecido enormemente la tradición analítica iniciada a principios del siglo
pasado, pero también ha desdibujado los principios y límites característicos de
esta corriente filosófica, razón por la cual resulta muy polémico intentar
trazar una definición precisa del término en el presente.
SUS EXPONENTES MÁS IMPORTANTES
Los representantes más relevantes de la
filosofía analítica son científicos matemáticos y físicos, como Russell, uno de
sus fundadores, Wittgenstein y Moore; de las dos escuelas más importantes del
Positivismo Lógico y la Lingüística, de Cambridge, y Oxford.
Temas y representantes principales
El giro lingüístico de la filosofía
El paso del
siglo XIX al XX representó una auténtica convulsión en el ámbito de las
ciencias, y de modo especial en las ciencias físicas y matemáticas: la teoría cuántica, la teoría relativista, las geometrías no euclidianas.
Por esta razón renace el interés
por comprender y analizar las teorías científicas. Analizar las teorías científicas exige analizar los enunciados por
medio de los cuales se expresan. En consecuencia, el propio lenguaje pasa a ser tema central en la
reflexión sobre la ciencia.
A pesar de
las diferencias teóricas, los avances prácticos de la ciencia son espectaculares.
Por eso la ciencia se constituirá una vez más, tal como ya ocurrió a lo largo
de los siglos XVII y XVIII, tanto en objeto de la crítica y los análisis como
en referencia y modelo del saber.
KANT nos
hizo tomar conciencia en el siglo XVIII de que aquello que llamamos conocimiento
del mundo es el conocimiento del mundo que se manifiesta a los humanos. El
siglo XX se abre con la conciencia de que este mundo humano se manifiesta
necesariamente de manera lingüística. En consecuencia, del mismo modo
que KANT propugnaba la crítica de la razón humana, ahora se impondrá la
necesidad de realizar una crítica del lenguaje. Para bien y para mal, sólo en
el lenguaje se nos manifiesta el mundo como mundo humano. La discusión sobre
sus posibilidades, sus límites y sus excesos centrará buena parte de la
filosofía del siglo XX. Si en la modernidad es procedente hablar de un giro
antropológico, lo que ahora se produce es el llamado giro lingüístico de
la filosofía.
La filosofía
analítica constituye un amplio movimiento filosófico, originado en Inglaterra a
partir de la obra de G. E. Moore y Bertrand Russell (este último influido por
los matemáticos, y a la vez lógicos Boole y Frege), que adquiere, además, un
enorme auge en EE.UU. y Austria. Aunque dentro de este movimiento se pueden
distinguir varias corrientes todas ellas tienen en común los siguientes rasgos:
1. Mantienen
una actitud empirista: la experiencia ha de ser la fuente de todo nuestro
conocimiento, por lo que dan una gran importancia a los criterios para poder
determinar la verdad o falsedad de los enunciados científicos, por ejemplo, a
través del criterio de verificación. En consonancia con esta concepción
empirista muchos filósofos analíticos, aunque no todos, rechazaron la
metafísica porque consideraban que sus afirmaciones son carentes de sentido.
2. La
función principal de la filosofía, y según algunos la única, se centrará en el
análisis filosófico, consistente en descomponer los problemas filosóficos en
elementos más simples, operación que nos permitirá comprender mejor su sentido,
o descubrir que en realidad no había problema. En esta tarea tendrá especial
relevancia el análisis del lenguaje, ya que algunos problemas y dificultades
tienen su origen en el mal uso del lenguaje o en su carácter equívoco y
ambiguo. Por eso debemos a los filósofos analíticos un espíritu de cautela y
claridad al hacer filosofía, espíritu que echamos en falta en otros muchos
filósofos.
3. Los filósofos
analíticos consideran que la filosofía no es un saber con contenido propio,
sino que es una actividad de segundo grado (no estudia la realidad, sino que
analiza los saberes que sí que la estudian, por ejemplo, las ciencias) centrada
casi exclusivamente en el análisis de problemas de tipo lógico o lingüístico.
Trataron con especial profundidad los problemas de la Filosofía de la Ciencia,
centrando su atención en el análisis de cuestiones metodológicas y en la
fijación del criterio de significado que nos permite determinar si un enunciado
teórico se refiere o no a hechos, y por lo tanto lo podemos catalogar como
científico o no. También hicieron sutiles análisis metaéticos sobre el
significado y uso de los términos morales: bueno, justo, intencionado,
involuntario…, sobre las peculiaridades del lenguaje religioso, etc.
Precisamente este tercer punto es el que permite distinguir, ya desde los
inicios del movimiento analítico, dos corrientes diferenciadas: (1) Los que, a
partir de Russell, tratan de encontrar las expresiones lingüísticas mínimas
(algo así como átomos lingüísticos) para, a partir de ellas, construir un
lenguaje perfecto que, al margen de las ambigüedades del lenguaje común, pueda
ser usado con absoluta precisión en el tratamiento de problemas científicos. A
esta filosofía se la ha denominado a veces filosofía del lenguaje ideal. Los
que se dedican a descomponer el lenguaje común para eliminar las incorrecciones
de su funcionamiento sin recurrir a su conversión en lenguaje lógico (supuestamente
perfecto). A esta postura se la ha denominado filosofía del lenguaje corriente.
La filosofía del lenguaje ideal
Para esta
corriente, originada en Russell, el análisis tiene como misión llevamos a
distinguir los problemas reales de la ciencia de aquellos problemas
(pseudoproblemas) que surgen debido al mal empleo del lenguaje (casi todos los
problemas de tipo filosófico). El lenguaje común incurre inevitablemente en
este tipo de pseudoproblemas, de ahí la necesidad de construir un lenguaje
perfecto. Este lenguaje perfecto tiene que ser desarrollado por los
procedimientos de la lógica, por lo que van a subordinar sus estudios a esta
disciplina. Para la constitución de tal lenguaje perfecto será necesario
descomponer el lenguaje en sus elementos mínimos o simples (dando origen con
ello al «atomismo lógico» que
se han de corresponder con los hechos simples de la realidad. Dentro de esta
corriente analítica que hemos denominado «filosofía de lenguaje ideal» pueden
distinguirse, a su vez, dos subcorrientes:
a) El atomismo lógico: desarrollado fundamentalmente por
Russell y el primer Wittgenstein.
b) El positivismo lógico (también llamado «neopositivismo»,
«neoempirismo» o «empirismo lógico»): centra su preocupación en despojar a la
ciencia de todo vestigio metafísico y en analizar el tipo de relaciones que se
establecen entre el «lenguaje» y los «hechos». Los representantes más
destacados del positivismo lógico, Otto Neurath, Hans Hahn, Moritz Schlick,
Carnap, pertenecen al grupo conocido como Círculo de Viena. También
siguieron en gran medida las tesis del círculo Hempel y Quine.
La filosofía del lenguaje ordinario
Esta corriente, originada a partir de
la obra de Moore, parte del lenguaje corriente. Éste ha de ser sometido a análisis,
pero no para sustituirlo por un lenguaje lógico perfecto, sino para ver dónde
se hace un mal uso de las reglas del lenguaje. Algunos autores desarrollan la
teoría de los juegos del lenguaje; esto es, dentro de una misma lengua
se pueden dar diversos usos del lenguaje, con unas reglas propias cada uno. Y
cada uno de estos usos sería un juego. La filosofía tendrá por misión
desentrañar (a través de un análisis) dónde se producen estos malos usos del
lenguaje. Además de Moore pueden ser encuadrados en esta corriente el
segundo Wittgenstein, Ryle, Strawson, Austin, etc.
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